11 oct 2009

La importancia de llamarse Sigmund



Uno de los tantos cursos que deberían dar en la Facultad y no dan es el de Psicología.

Porque en el ejercicio de la profesión uno necesita permanentemente herramientas para distinguir:

  • Lo que quiere el propietario de lo que dice que quiere.

  • Cuándo aclararle a una pareja -o a socios- que uno no es el árbitro de sus disputas y que no hay uno que tiene razón, sino que tienen que alcanzar un acuerdo entre ellos para la toma de decisiones sobre el proyecto, el color de la cerámica o si hacer o no el jardín japonés.

  • Cómo y cuando motivar o azuzar a los actores del proceso constructivo según las etapas anímicas. Un poco de presión y un poco de tolerancia.

  • Cómo sacar lo mejor de los participantes que nos tocaron en cada proyecto, aunque nunca sean perfectos -según nuestro criterio- para el rol que desempeñan.

  • Cómo llevarse bien con los sufridos vecinos de la obra, que sólo quieren que termine de una vez para ver cómo se van a llevar con los nuevos habitantes de su lugar.

Todos hacemos o pensamos hacer alguna vez un curso de marketing, o de prevención de accidentes o de gerencia de proyectos.

El curso que está faltando ¿no será el de psicología aplicada?

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